Podemos decir que hacemos una locura cuando actuamos sin razón ninguna. No quiere decir que estemos locos, sólo que a veces dejamos de lado la coherencia y nos dejamos llevar por lo que sentimos o lo que deseamos en ese momento.
La mayoría de la gente comete unas cuantas locuras, en mi caso, no han sido muchas.
Conocerte fue mi mayor locura, desde que te vi por primera vez algo surgió en mí, algo nuevo y diferente.
Hablar contigo, pasear a tu lado, reír, cantar, bailar,… después besarte, acariciarte, sentirte, abrazarte, todo lo que pasé contigo, fue una inmensa y a la vez dulce locura.
Mentiría si dijera que no echo de menos esa locura, no pensar en nada más, cerrar los ojos y disfrutar de esos momentos inolvidables, en los que el tiempo se para, y sientes que, en ese instante, aunque sólo sean un par de segundos, eres la persona más feliz de este mundo. Porque él te abraza, te acaricia el pelo, la mejilla y te besa, mientras cierra sus ojos y se queda dormido, entonces escuchas algo, suave y constante, son los latidos de su corazón, que poco a poco vuelven a la calma, “descansa mi vida, que yo cuidare de ti”, esos pensamientos recorren tu mente, aunque sabes que siempre tienen un principio y un final.
El final llega, una y otra vez, dejas a un lado la locura para volver a la realidad de tu vida y te duele, el pecho te aprieta porque tu corazón le necesita, y llega un momento, en el que tienes que elegir, entre vivir o sentir.
Yo elegí vivir porque hay veces debes poner un punto y aparte, o tu novela se vuelve dramática y aburrida.
Convierte tu vida en un best seller, no te arrepientas nunca de lo que hagas, pues siempre tiene su lado positivo, si te caes levántate, pues ahora serás más fuerte, y disfruta de la vida, de cada momento, de cada persona que conozcas, pues cada una es un mundo y un misterio.